El autor retrata una realidad que no es esclusiva de Venezuela. Por ejemplo, si en ese artículo se sustituye el nombre de Venezuela por Puerto Rico, todo lo dicho aplica por igual a la situación del libro y la cultura en la isla caribeña. Estoy seguro que lo mismo argumentos aplican a Colombia y a los Estados Unidos. Aunque la oferta tal vez sea más variada en esos países, la demanda librera padece de la misma pobreza cultural.